“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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viernes, 22 de noviembre de 2013

“Estas son mis ideas del reino de Dios” - Frédéric-Rodolphe Saltzmann (1749-1821)



 
La atracción especial de Saltzmann le lleva, como a su maestro Böhme, hacia el problema de los Orígenes y el de la Cosas finales. Vimos, al hablar de sus obras, el lugar fundamental que las preguntas escatológicas ocupan en sus escritos. En su correspondencia con Herbort afirma que el milenio solo comenzará cuando la raza humana actual haya desaparecido por la muerte. Se esfuerza en convencer a Herbort de su punto de vista, y a veces pudo mostrarse fanático y leal al sostener su punto de vista personal. Saltzmann distingue claramente entre el dogma cristiano y la Biblia, admite las discusiones acerca del primero pero condena cualquier crítica bíblica.

En una carta a Lavater (23 de septiembre 1784), Saltzmann expone su sistema del Reino de Dios:

"El reino de Dios se compone únicamente de buenos espíritus. El hombre también [formaba parte] y participaba, ocupaba su lugar y tenía una misión propia. Pero en vez de combatir y vencer al enemigo, se dejó sorprender y someter por él, y se convirtió, no en su aliado, sino en su esclavo. Cayó más bajo que Satán, no bajo la relación de la maldad o la libertad de volverse habitante del reino de Dios, sino bajo la relación de la fuerza. Se convirtió en el esclavo de los elementos, por su cuerpo burdo y elemental. Satán es el dueño de los elementos en la medida en que Dios no le retiene. El hombre debe salir de este reino de Satán, o más bien Satán y su reino deben salir del reino de los hombres, a fin de que se extienda el reino de Dios, el reino de Cristo, representante y primer enviado de Dios. A través de la unión con Cristo y los Ángeles, podemos conseguirlo desde ya, a través de una comunión espiritual, antes de que llegue el día, el gran día, en el cual se producirá una total separación del bien y del mal. Estas son mis ideas del reino de Dios".

Saltzmann se entrega a la lectura de las obras místicas con verdades pasión. Poseemos el catálogo manuscrito de su biblioteca: todos los místicos, desde Ruybroek hasta Lavater, se encuentran en ella, pasando por Rancé, Fenelón y Mme Guyon. Encontramos tratados olvidados, como el de Jesus Immanuels goettliche Liebesgeschichte, publicado en Amsterdam en 1705.

[…]

Saltzmann no fue exactamente un sectario; no rompió con la Iglesia, pero raras veces frecuentaba el culto público, debido al racionalismo reinante en él. Aspiraba a la unidad de la Iglesia, alimentaba su piedad leyendo obras de edificación de origen católico; pertenecía a esta categoría de protestantes que menciona J. de Maistre, cuya “tierna piedad les animaba a sentir afecto hacia los escritores místicos católicos”. En aquellos tiempos, en los que cualquier testimonio de admiración hacia la piedad católica era tildada de cripto-catolicismo, cuando se sospechaba por todas partes de la influencia de los Jesuitas, Saltzmann no ocultó sus simpatías por Santa Teresa, ni sus aspiraciones hacia una Iglesia Universal por encima de toda forma histórica”.

Anne-Louise SALOMON, F.- R. Salzmann, 1749-1820 - Son rôle dans l'histoire de la pensée religieuse à Strasbourg (Su papel en la historia del pensamiento religioso en Estrasburgo),  Paris, Berger-Levrault, 1932, p. 90-93.

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