“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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jueves, 6 de noviembre de 2014

LA FIESTA DE LA RENOVACIÓN DE LA ORDEN.- Gilles Ducret

LA FIESTA DE RENOVACIÓN DE LA ORDEN
del 6 de noviembre
Por Gilles Ducret


He aquí que, hace poco más de dos siglos, la Masonería rectificada tomaba cuerpo en el Convento nacional de Lyon, llevado a cabo en noviembre de 1778. Es de este convento que data el Código masónico de las Logias reunidas y rectificadas que prevé, en el capítulo de banquetes y fiestas, junto a los dos San Juan, esta fiesta de renovación de la Orden del 6 de noviembre.

Dicho código precisa que durante esta última se dará lectura al Código de los Reglamentos masónicos y el Orador pronunciará un discurso solemne, en el transcurso del cual sugiere que se podrá hablar de la reforma alemana y francesa, y de los actos de beneficencia que la Masonería haya hecho en las diversas regiones de Europa.

Prevé también que se tratará, en este día, de reunir en el mismo local a todas las Logias de una misma ciudad o de una misma comarca.

No queriendo tomar aquí el lugar del Hermano Orador, nuestro papel se limitará, simplemente, a llamar la atención de los Hermanos sobre la importancia que reviste esta Fiesta, a la vez para la Orden en general, y para esta Logia y cada uno de los que la componen en particular.

Nos limitaremos pues a tres observaciones y un deseo: 

I - La importancia de esta Fiesta para la Orden en general


Esta fiesta, en tanto que Fiesta de la Orden, nos parece afirmar tres cosas esenciales:

1. La noción de Orden;
2. La idea de una renovación de la Orden;
3. La conciencia de la vocación iniciática de la Orden.

1. La noción de Orden

Esta noción de Orden está siempre presente en la masonería Rectificada.

Pero, ¿de qué Orden se trata?

El Hermano preparador lo anuncia de entrada al candidato (cf. ritual del grado de Aprendiz, pág. 32):

“Le invitará a no confundir jamás la respetable Orden de los francmasones con esa multitud de individuos, y también de Logias, que han usurpado ese título, aunque ignoran o desconocen el fin real y sus verdaderos principios, y que degradan así la francmasonería con su conducta, y más aún por las falsas doctrinas que han adoptado y que no ocultan profesar”.

El Venerable Maestro reviste al Aprendiz con el mandil diciéndole (ibid., pág. 91): “Recibid de mis manos el hábito de la Orden más antigua y respetable que jamás haya existido”.

Se trata pues, sin ningún equívoco, de la Orden de los Francmasones.

2. La idea de una renovación de la Orden

Es decir, en qué medida la Masonería rectificada ha estado deseosa, desde su fundación, por reformar, por restituir la Francmasonería auténtica.

Todo el mundo conoce ese pasaje de una carta de Willermoz a Charles de Hesse, del 12 de octubre de 1781: “He estado convencido, desde mi entrada en la Orden, de que la Masonería velaba verdades raras e importantes, y esta opinión se convirtió en mi brújula”.

Desde entonces, para Willermoz, rectificar la Masonería fue su razón de existir, haciendo de ella el vehículo de las “verdades raras e importantes” que ella contenía bajo forma velada.

He ahí lo que podemos denominar la renovación de la Orden, puesto que la rectificación esperada y obrada por Willermoz encontró su consagración en los conventos de Lyon y Wilhelmsbad.

3. La conciencia de la vocación iniciática de la Orden

Es en razón de que esta vocación iniciática de la Masonería había sido perdida de vista por lo que Willermoz emprendió su rectificación, trayendo de nuevo los Hermanos a la Orden.

Es esencial, para un Masón, sentir que pertenece a una Orden con la cual debe formar un cuerpo.

Y esta fiesta, como cada fiesta, nos permite reafirmar, de corazón y de palabra, este lazo esencial. 

II - La importancia de esta fiesta para nuestra Logia


El trabajo de rectificación de la Masonería, emprendido por Willermoz, debe ser continuado por nuestra Logia.

A este respecto, tres cosas nos parecen esenciales en la renovación de nuestra Logia:

 1. La búsqueda de la unidad;
 2. El ideal espiritual más elevado;
 3. El trabajo necesario para alcanzarlo.

1. La búsqueda de la unidad

Nuestra Logia debe tener así, continuadamente, la preocupación por su cohesión, por su unidad, que le asegurara la estabilidad necesaria en toda progresión.

2. El ideal espiritual más elevado

Este ideal espiritual pasa, primeramente, por la conciencia constante de representar en los trabajos de la Logia la Orden de los Francmasones, en lo que ella tiene de mejor, de más respetable, de esencial.

Es la conciencia misma, la idea fija de Willermoz: “La Masonería es el vehículo de verdades raras e importantes”.

3. El trabajo necesario para alcanzarlo

Es el trabajo en su sentido más espiritual. Nada peor que una Logia que ronronea cómodamente en el confort espiritual del buen taller, creyéndose el mejor de los talleres, del taller “modelo a seguir”. Es el análisis profundo de los símbolos de la Logia, mediante la práctica más rigurosa del ritual, la exigencia de ese trabajo ante los Hermanos que la componen. 

III - La importancia de esta fiesta para cada uno de los Hermanos de la Logia


Este trabajo de rectificación debe ser continuado, también, para cada uno de los Hermanos.

A ese respecto, tres cosas nos parecen esenciales al Masón para su propia renovación:

1. El sentido del compromiso en la Orden;
2. La conciencia de una necesaria renovación;
3. El sentido del amor fraternal.

1. El sentido del compromiso en la Orden

El compromiso del Masón es algo de importancia capital. Sí, porque no es un compromiso triste, es el compromiso del hombre libre.

Y esta fiesta de renovación de la Orden, ¿no es también la fiesta de nuestro propio compromiso a renovarnos ante Dios, ante nuestros Hermanos y ante la humanidad? Nuestro compromiso en la Orden está gestado de verdadera libertad, es una simiente de verdad.

2. La conciencia de una necesaria renovación

Si no tuviéramos conciencia de esta necesidad, ¿estaríamos aquí en este momento? Se trata, como bien dice San Pablo, “de matar al hombre viejo para originar al hombre nuevo”, como haciendo eco a las palabras de Juan el Evangelista: “He aquí, que hago cosas nuevas”. En virtud de las maravillosas correspondencias que tiene con el milagro de la Unidad, la Orden, es también nuestro propio orden interior. Es verdaderamente lo propio de una Orden auténticamente iniciática que nos permite volver a encontrar nuestro orden interior. Es decir, que esta fiesta es también la fiesta de nuestra propia renovación en la Orden.

3. El sentido del amor fraternal

Es el Amor que nos renueva, que transfigura la mirada con que miramos a nuestros Hermanos. ¿Cómo pretender amar a Dios si somos incapaces de amar a nuestros Hermanos? Amar a tu Hermano por lo que él es realmente, por lo que él ES en el fondo de sí mismo, es así a la vez por uno mismo y por el otro, la renovación que revela cada uno a él mismo. En esto consiste la revelación que el Señor nos aporta en lo más profundo de nuestro corazón, allá donde el silencio y la pureza reciben Su Palabra reveladora.

Que podamos decir con el apóstol Juan, el bien amado del Señor, “sabemos que pasamos de la muerte a la vida porque amamos a nuestros Hermanos”. Es decir, que esta Fiesta es también la fiesta de nuestra propia renovación en el amor fraternal.

Para terminar, un deseo.

Que esta Fiesta sea vivida, el año próximo, como una verdadera fiesta, con toda la alegría, todo el amor fraternal y todo el esplendor que ella merece.

Que con esta ocasión, tengamos todos una plena conciencia de ser uno con esta Orden, la más antigua y respetable que nunca existió.

Que podamos, a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo, en el nombre de la Orden, prepararnos en lo más profundo de nuestro corazón, allí donde cesan todas las vanas palabras, allí donde reina la Palabra, eternamente, a fin de que estemos verdaderamente renovados.




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