“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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martes, 10 de abril de 2012

USOS Y COSTUMBRES EN EL RER: EN RELACIÓN A LA MÚSICA




SOBRE EL SILENCIO QUE DEBE SER
OBSERVADO EN NUESTRAS CEREMONIAS.

   Los Consejos Anejos al Ritual de Aprendiz recogen un apartado específico “Sobre la música”, donde dice: “El ritual hace a menudo alusión al silencio. La música no tiene sitio en las ceremonias de Iniciación, de Pase y de Elevación que deben hacerse como el ritual lo indica, en el más profundo silencio. La música no está ni en la tradición ni en el espíritu del Rectificado, que se reviste de una cierta desnudez.

   El Código de las Logias Reunidas & Rectificadas de Francia de 1779, Capítulo XVI (sobre la Policía Interior de las Logias), en su segundo párrafo pone claramente: “Se ordena a los Hermanos guardar el más profundo silencio durante las ceremonias de recepción”.

   Además, el VM repite siempre que termina de abrir los Trabajos (haya o no
haya ceremonia de recepción) en cualquiera de los grados: “Prescribo, en el nombre de la Orden, el más profundo silencio a todos los obreros”.

   La palabra silencio se repite hasta 25 veces a lo largo del Ritual de Aprendiz entre los diversos procedimientos (y se sigue esta misma línea en el resto de rituales), poniendo de manifiesto la importancia que el silencio tiene en el desarrollo de nuestros trabajos. La Instrucción por preguntas y respuestas del Ritual de Aprendiz es bastante explícita al respecto:
- ¿Dónde habéis sido recibido [Aprendiz]?
- En una Logia justa y perfecta, donde reinan la unión, la paz y el silencio.
   Está claro: en una Logia justa y perfecta debe reinar siempre y en todo momento “la unión, la paz y el silencio”.

   La instrucción moral del Aprendiz nos recuerda igualmente que “es en el silencio, el retiro y la calma de los sentidos, que el sabio se despoja de sus pasiones y prejuicios, y que da pasos seguros en el sendero de la virtud y de la verdad”. Y a medida que avanzamos, el emblema de los Maestros nos enseña que nuestra fuerza está en el Silencio y la Esperanza.

   El silencio forma parte esencial, como se ha dicho, de la desnudez y sobriedad de un Régimen como el nuestro, siempre está presente en todos los grados y estamentos de nuestra Orden y sólo es roto por las palabras de los Hermanos cuando se desarrolla el Ritual o cuando sus intervenciones ordenadas son admitidas por quien preside los Trabajos. El silencio no pretende, pues, anular la palabra, sino conducirla, ordenarla y darle más profundidad y solemnidad: “Callando, comprendes; si has comprendido, hablas. En el silencio, el intelecto genera la palabra” (Advertencias sobre la índole humana y la vida buena, Antonio el Grande (Filocalia)).

   Para la Orden Interior, el Código de los CBCS de 1778, en su Título II que establece los deberes de los Hermanos (párrafo 5), dice: “La ley del silencio & la discreción más absoluta es fundamental en la Orden...”; y en su Título V, Capítulo I, haciendo referencia a los Caballeros Capitulares que asisten al Convento Nacional de la Orden, nos dice que lo harán “observando la ley del silencio”.

   Al igual que en las Logias Simbólicas, los Capítulos de Noviciado o de Prefecturas terminan su apertura siendo ordenado un “religioso” o “respetuoso” silencio a todos los presentes.

   El silencio es cooperante necesario en nuestros Trabajos rituales, su observancia no es ni arbitraria ni subjetiva, concluyendo sin lugar a dudas que la música, sea de la clase que sea, está proscrita en nuestras asambleas, salvo que expresamente se diga lo contrario, como es el caso del canto de la Salve Regina en la Vela de Armas de los Caballeros. 


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