“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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lunes, 7 de febrero de 2011

¿Cómo llamaría usted a esto...?

El temor a los dictados de la Gran Logia Unida de Inglaterra, la "regularidad" y otros pre-juicios hacen desconocer la Verdad


«Comencemos por el principio, viendo como de algo completamente irregular surgió el fenómeno sociológico que ha sido la Masonería desde hace casi tres siglos, con sus grandes aciertos y sus contradicciones internas:

En 1714, a unos siete señores que no era Masones, se les ocurrió un día en Londres constituirse por sí y ante sí como Logia Masónica con el nombre de la taberna en donde se reunían. La historia no registra que estaban tomando ese día.

Esta anécdota, que en otro contexto podría ser un mal chiste, fue en realidad el evento que dio el impulso inicial a la Masonería moderna, y del cual se quiere hacer emanar la «Regularidad». Lo cual prueba, que lo que comienza mal, sigue mal.

Posteriormente, estos impostores convocaron a otros cinco grupos de profanos que se definían a sí mismos como “hombres libres y de buenas costumbres”, para estudiar la posibilidad de crear una asociación que combinara la estructura organizacional y el lenguaje arquitectónico de las Grandes Logias Masónicas que ya existían en Escocia, Irlanda y, en la misma Inglaterra, en la ciudad de York, con la característica adicional de ser un punto de encuentro neutral de personas de diferentes ideologías, a semejanza de lo que entonces practicaba la Royal Society en esa ciudad.

Dos grupos no estuvieron de acuerdo, y se apartaron desde el principio de la iniciativa, y los otros cuatro se declararon a sí mismos como Logias y fundaron la Gran Logia de Londres en 1717. Esas cuatro “Logias” fundadoras – salidas de la nada - se denominaron: La Oca y la Parrilla, La Corona, El Manzano y El Cubilete y las Uvas, tomando como nombre el de las tabernas en donde se reunían a comer y beber.

Cinco años más tarde, en 1722, Felipe Wharton, un Gran Maestro de 23 años de edad, que gozaba de un pésimo prestigio social, y al que le acababan de otorgar el título de Duque por su exitosa campaña de ex- terminio de católicos en Irlanda, con el objeto de dotar al nuevo ente de un reglamento por el cual gobernarse, se buscó la ayuda de dos profanos. James Anderson, Pastor presbiteriano que a la sazón oficiaba de guía religioso de uno de los grupos fundadores, y al yerno de este, Teófilo Desaguliers, Pastor anglicano y miembro de la Royal Society, que era una asociación dirigida a agrupar intelectuales y hombres de ciencias sin importar su pensamiento religioso, político y filosófico o su raza.

De esta diligencia resultó que los artículos 1° y 2° de las celebres Constituciones de Anderson, de 1723, que definen a la Masonería moderna, son una copia idéntica a sus pares de la Constitución de la Royal Society. Posteriormente estas Constituciones de Anderson fueron reformadas en 1738. Entonces, tenemos que la Masonería moderna en realidad nace de la conjunción de estas dos experiencias profanas,
sin ninguna solución de continuidad, ni relación real, con las antiguas Logias de constructores.

Este origen de la Gran Logia de Londres en 1717 choca enseguida con la oposición de la Gran Logia de Inglaterra fundada en la ciudad de York, en 1705, desde donde se le objetaba su origen espurio y se le acusaba de falsear la tradición, ya que esta última se consideraba a sí misma la “Más Antigua y Honorable Fraternidad de Masones Libres y Aceptados de Inglaterra” por cuanto su existencia derivaba directamente de Logias Masónicas legitimas - esas si, herederas y continuadoras de las de constructores que se fueron llenando a través del siglo XVII de Masones Aceptados - y no de profanos.

En ese entonces, fijémonos que no se reclama ninguna condición de “Regularidad”; más bien se apela a la antigüedad y a la honorabilidad, como indicadores de encadenamiento entre los antiguos Talleres Operativos y las nuevas Logias de Masones Aceptados. La tacha que se hacía era que ni la nueva Gran Logia de Londres, ni sus Masones, tenían correspondencia con el pasado de la Orden como eslabones de una misma cadena.

Este diferendo se prolonga hasta 1813, en que se unen las dos Grandes Logias inglesas para dar lugar a la Gran Logia Unida de Inglaterra. En esa ocasión esta nueva Obediencia hace reformas a las Constituciones de Anderson. Lo siguiente que hacen los ingleses, es pretender que toda la Masonería mundial acate lo que ellos acuerden, y acepten de paso su primacía jerárquica sustentados en la falsedad de que la Gran Logia de Londres fue la primera en instalarse en la historia. Derecho de primogenitura, del que nadie en la Masonería había oído hablar hasta entonces.

Como es natural, esta pretensión no prospera, por la elemental razón de que la Masonería nunca ha sido una asociación de borregos; entonces Londres procede a condenar a la Masonería que se practica en la Europa Continental, principalmente la Masonería política de Francia y la aristocrática Alemana, por no sujetarse a sus dictados, lo cual constituye un acto de papismo intolerable a la luz de los principios Masónicos progresistas.

Y aquí, es donde nacen las concepciones de “Regular” y de “Irregular” que aún hoy nos dividen, y que fueron profundizadas por Londres con la expedición de los 8 Puntos de 1929, y una tímida reforma de ellos en 1989. Hasta entonces, el adjetivo Regular, en Masonería, significaba otra cosa muy distinta.
En la actualidad, la Gran Logia Unida de Inglaterra, aunque técnicamente nace en 1813, de la fusión ya comentada, remonta su antigüedad a 1717, reconoce como texto inicial de la Orden las reformas a las Constituciones de Anderson de 1738, y sus relaciones interobedenciales las define a la luz de sus 8 Puntos de 1929, con las reformas de 1989. A las Grandes Logias que se allanen a cumplir con estos 8 Puntos la Gran Logia Unida de Londres las reconocerá como “Regulares”. A los que no lo hagan - bajo la pena de “caer en irregularidad” - las Grandes Logias regulares ni siquiera podrán darle oficialmente el tratamiento de Masones, de acuerdo a una norma inglesa aún vigente denominada «Objetivos y Relaciones del Arte».

Frente a esto, el Gran Oriente de Francia, que es la Potencia Masónica de la que nace la respuesta contestataria al absolutismo inglés, afirma que naciendo técnicamente en 1738 y políticamente en 1773, es la más antigua de las existentes, se refiriere permanentemente a las Constituciones de Anderson de 1723 como documento fundacional de la Masonería moderna, y en sus relaciones interobedenciales tiene como norma de conducta el respeto a lo especifico de cada Gran Logia o Gran Oriente».

Este texto, de autoría del I:. y P:. H:. Ivan Herrera Michel 
Fue publicado por el I:. y P:. H:. Máximo Calderón en el blog de la Respetable Logia “Prometeo N° 1” Miembro de la Gran Logia Simbólica Argentina - R.·.E.·.A.·.A.·.
Extraído de la revista Hiram Abif nº 127