“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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martes, 4 de agosto de 2020

Jean-Baptiste Willermoz sobre la Iglesia de Roma


Jean-Baptiste Willermoz a Bernard de Turckheim,

carta (extracto) de 12 de julio de 1784.

«He recibido con un verdadero placer su querida carta del 4 y sus observaciones sobre los Rituales de la Orden Interior; son dictadas por visiones tan sabias y tan desinteresadas que usted no debe dudar de que serán siempre bien acogidas; siga con ellas pues, Querido Amigo, con confianza y franqueza, y quede usted convencido de que no descuidaremos ninguna de aquellas que podrán contribuir a una utilidad más general, sin alterar esencialmente el fondo. No ignoremos que varios miembros de la Orden, quizás incluso de los más entregados, nos prestan visiones que no tenemos, muchos, pero, ¿qué podemos hacer? Hay que tener la valentía de mantener la guardia. Lamentamos, por ejemplo, que nos atribuyan el deseo de una unión General del Régimen con la Iglesia Romana; este proyecto está muy lejos de nuestros pensamientos, y quizás puede estar más lejos todavía del mío en particular; esta unión no proporcionaría a la Orden ningún bien esencial, y tendría grandes inconvenientes; sería de desear que la Orden tuviera un Jefe visible para la parte instructiva y científica; haría falta para que fuera reconocido como tal, que supiera probar que lo es, y que es digno de ser, pero no pienso que sea en Roma donde fuera necesario buscarlo; esta corte está más depravada que muchas otras; aquellos que se separaron de ella para reformar los abusos y las innovaciones que eran necesarios, llevados por sus pasiones, llegaron a chocar contra otros extremos, sustituyeron opiniones por Verdades que no conocían, la política las erigió en leyes, y la Verdad se quedó aislada en medio de todas las comuniones cristianas que creyeron que la poseían; aun cuando no hiciera profesión pública de estar atado a la comunión romana, no pensaría menos que ésta, sin estar en el mismo centro, está mucho más cerca que las que son más modernas; pero, una vez más, no es en Roma donde andaba buscando al verdadero sucesor de Pedro; juzguen pues, cómo ni yo ni aquellos con los que me he acostumbrado a pensar en alto, podríamos formar el proyecto de unir el Régimen con el jefe visible de Roma. La moral de nuestros Rituales exhorta por todos los medios a la fe cristiana, y a una tolerancia recíproca entre todas las comuniones, sin mencionar a ninguna en particular; eso hubiera debido ser observado, y lo será cada vez que se quiera garantizar toda prevención leyéndolos, pero en cuanto le prestan designios sospechosos, serán juzgados como tales, y después rechazados.»

 * * *

"La espiritualidad cristiana no tiene más norma

que la de seguir a Cristo maestro.”

Santo Tomás de Aquino

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