“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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martes, 11 de agosto de 2020

LA DISCIPLINA INICIÁTICA DEL «ABANDONO» MÍSTICO DEL ALMA A LA DIVINIDAD

 

Le Phénix Renaissant, n° 5, 2019, pp. 90-91.
« La Ciencia del Hombre», Aclaraciones sobre la doble naturaleza. 

A imitación de Jesús-Cristo, al cual debemos conformarnos y acomodar nuestra vida, una regla, que se podría designar fácilmente como un “principio”, debe convertirse en la disciplina sagrada del ser creado, del “menor espiritual” en su ascensión hacia las regiones celestes, a saber, “desapropiarse” de su voluntad y, por el desprendimiento consentido frente al tiempo y la duración temporal, la indiferencia a los términos y condiciones de su existencia, la distancia ante las circunstancias y eventos -conservando, en la medida de lo posible, una idéntica e igual quietud en cualquier circunstancia-, disposiciones acompañadas del abandono absoluto de su voluntad propia como sacrificio de expiación, entrando, por completo y plenamente, en la obra de unión indisoluble y absoluta con el Ser eterno e infinito “que es la bondad, la justicia y la Verdad misma”. 

La vía iniciática, que es igualmente una « vía metafísica » de conocimiento ontológico, el de los misterios de nuestra doble naturaleza, que fue compartida por el Divino Reparador en el momento de su venida a este mundo y durante la duración de su ministerio terrenal, es el camino real de la comunión interior y la participación, por contemplación, de los misterios del Divino Infinito. 

En diferentes lugares, y en numerosas ocasiones en varios de sus textos, Jean-Baptiste Willermoz insistió enérgicamente en esta misma ley que ya ha operado, y que operará hasta la consumación de los siglos, la santificación liberadora de las criaturas desde la generación de Adán, y que consiste en el sacrificio y el abandono de su propia voluntad y la entrega segura de su espíritu en Dios: 

 Es siempre por la misma Ley que se opera la santificación de la universalidad de los seres emanados. Sólo será por el sacrificio voluntario del libre albedrío, por el abandono más absoluto de la voluntad propia, y por la aceptación de este abandono de parte Dios, que podrá efectuarse su unión indisoluble con aquello que opera su santificación. Miremos al hombre y consideremos la vía que le es así trazada para su rehabilitación, tanto para él como para su posteridad, allí encontraremos un nuevo sujeto para reconocer la inmutabilidad de la Ley divina según la cual se produce la santificación de los seres espirituales… [1]” 

Nota. 

[1] J.-B. Willermoz, 6º Cuaderno (1795 -1805), añadido en 1818, Renaissance Traditionnelle, n°80, octubre 1989. 

* * * 


Como ejemplo alegórico, relacionado con la divisa del Grado de Maestro Masón del Rito Escocés Rectificado, de este santo abandono a la Providencia, recogemos un extracto de la leyenda de San Brandán [2]: 

“Empezaron a avanzar a toda vela hacia mediodía. Tenían buen viento y no necesitaban en absoluto remar, sino solamente maniobrar las jarcias para tener las velas hinchadas. 

Después de quince días, el viento cesó y empezaron a remar tanto como pudieron, hasta que la fatiga se hizo demasiado grande. Luego San Brandán empezó a confortarles y dijo: Queridos hermanos, no temáis resignaros a vuestra suerte y no perdáis el ánimo; ya que Dios es nuestra ayuda, nuestro navegante, y nuestro piloto. Recoged los remos y dejad el timón manteniendo solamente las velas tendidas, y que Dios haga lo que quiera de sus servidores y su nave”. 

Hasta el momento de la víspera, no había habido ninguna señal de viento; poco después, las velas se hinchaban de vez en cuando, pero los hombres no sabían de dónde venía el viento, dónde iba, y hacia qué regiones arrastraba su destino. Cuando hubieron pasado cuarenta días y habían consumido todos sus víveres, apareció una isla hacia septentrión...” 

Nota. 

[2] San Brandán el Navegante (Ciarraight Luachra, Irlanda, c. 484 – Enachduin, c. 578; en irlandés Breandán), también llamado Barandán, Borondón o Borombón (a menudo «Samborondón» o «Samborombón»), fue uno de los grandes monjes evangelizadores irlandeses del siglo VI. Abad del monasterio de Clonfert (Galway, Irlanda) que fundó en el 558 ó 564, fue protagonista de uno de los relatos de viajes medievales más famosos de la cultura gaélica medieval, relatado en la Navigatio Sancti Brendani, una obra que fue redactada en torno a los siglos X y XI.


martes, 4 de agosto de 2020

Jean-Baptiste Willermoz sobre la Iglesia de Roma


Jean-Baptiste Willermoz a Bernard de Turckheim,

carta (extracto) de 12 de julio de 1784.

«He recibido con un verdadero placer su querida carta del 4 y sus observaciones sobre los Rituales de la Orden Interior; son dictadas por visiones tan sabias y tan desinteresadas que usted no debe dudar de que serán siempre bien acogidas; siga con ellas pues, Querido Amigo, con confianza y franqueza, y quede usted convencido de que no descuidaremos ninguna de aquellas que podrán contribuir a una utilidad más general, sin alterar esencialmente el fondo. No ignoremos que varios miembros de la Orden, quizás incluso de los más entregados, nos prestan visiones que no tenemos, muchos, pero, ¿qué podemos hacer? Hay que tener la valentía de mantener la guardia. Lamentamos, por ejemplo, que nos atribuyan el deseo de una unión General del Régimen con la Iglesia Romana; este proyecto está muy lejos de nuestros pensamientos, y quizás puede estar más lejos todavía del mío en particular; esta unión no proporcionaría a la Orden ningún bien esencial, y tendría grandes inconvenientes; sería de desear que la Orden tuviera un Jefe visible para la parte instructiva y científica; haría falta para que fuera reconocido como tal, que supiera probar que lo es, y que es digno de ser, pero no pienso que sea en Roma donde fuera necesario buscarlo; esta corte está más depravada que muchas otras; aquellos que se separaron de ella para reformar los abusos y las innovaciones que eran necesarios, llevados por sus pasiones, llegaron a chocar contra otros extremos, sustituyeron opiniones por Verdades que no conocían, la política las erigió en leyes, y la Verdad se quedó aislada en medio de todas las comuniones cristianas que creyeron que la poseían; aun cuando no hiciera profesión pública de estar atado a la comunión romana, no pensaría menos que ésta, sin estar en el mismo centro, está mucho más cerca que las que son más modernas; pero, una vez más, no es en Roma donde andaba buscando al verdadero sucesor de Pedro; juzguen pues, cómo ni yo ni aquellos con los que me he acostumbrado a pensar en alto, podríamos formar el proyecto de unir el Régimen con el jefe visible de Roma. La moral de nuestros Rituales exhorta por todos los medios a la fe cristiana, y a una tolerancia recíproca entre todas las comuniones, sin mencionar a ninguna en particular; eso hubiera debido ser observado, y lo será cada vez que se quiera garantizar toda prevención leyéndolos, pero en cuanto le prestan designios sospechosos, serán juzgados como tales, y después rechazados.»

 * * *

"La espiritualidad cristiana no tiene más norma

que la de seguir a Cristo maestro.”

Santo Tomás de Aquino