Hay que reconocer que perduran importantes confusiones a propósito del
Régimen Escocés Rectificado, sobre las cuales se enuncian numerosos desprecios,
turbando notablemente la naturaleza misma de la Orden, pues si bien es cierto que es cristiana en su esencia, lo es
de un cristianismo dicho “trascendente”, que no tiene estrictamente nada que ver
con una concepción dogmática que es extraña al sistema iniciático edificado
por Jean-Baptiste Willermoz, depositario
de una enseñanza doctrinal introducida durante el Convento de las Galias en 1778.
a) Una doble estrategia iniciática
Existe claramente, a fin de acceder al corazón
doctrinal del Régimen Rectificado, que este último designa bajo el nombre
de “Santuario”, una doble estrategia
en el interior del sistema edificado por Willermoz:
1.- una destinada
a aumentar en las almas su adhesión a la “santa
religión cristiana”;
2.- otra
haciéndoles entrever las verdades
contenidas secretamente por el cristianismo definido como una auténtica iniciación.
Así, desde la fórmula del Juramento
en el Grado de Aprendiz: “…prometo…
ser fiel a la santa religión cristiana…” (Ritual del 1º Grado, 1802), hasta
la Profesión de Fe de los Caballeros Bienhechores
de la Ciudad Santa: “haciendo
profesión pública de la religión cristiana, así como de la doctrina y las
verdades evangélicas que ella enseña…” (Ritual de 6º Grado de C.B.C.S.,
1784), se encuentran las mismas declaraciones haciendo proclamar a los Hermanos
su adhesión a la religión cristiana y sus verdades.
Esto es lo que enseña la Regla masónica: “Da pues gracias a tu Redentor; prostérnate ante el Verbo encarnado y
bendice a la Providencia que te ha hecho nacer entre los cristianos. Profesa en
todo lugar la Divina Religión de Cristo, y no te avergüences de pertenecer a
ella. El Evangelio es la base de nuestras obligaciones; si no creyeras en Él
dejarías de ser Masón”. (Regla masónica, Artículo I. Deberes hacia Dios y
la Religión. 1802).
b) Las confusiones resultantes de la doble estrategia iniciática
Esta doble estrategia, que implica la adhesión al cristianismo y el
acercamiento a los conocimientos secretos (que induce a error a algunas
personas y les lleva a tomar la corteza por el núcleo), solo pretende en realidad
dejar entrever el velo tendido sobre las verdades ocultas de la religión
cristiana, que la perfeccionan, la enriquecen y esclarece sobre varios puntos
particulares.
Nótese, por ejemplo, que la Profesión de Fe de los Caballeros se presta muy
evasiva acerca de la naturaleza de la vida post
mortem, haciendo decir al impetrante: “Creo
en la vida futura y eterna, en la cual cada uno recibirá según haya merecido”,
impetrante que recitará creer en la Iglesia de aquellos reunidos por la fe, no
en los “dogmas”, sino en Jesús-Cristo: “Finalmente creo en la Santa Iglesia
universal y apostólica, visible e invisible, de los miembros reunidos por la fe
en nuestro Señor y divino Maestro Jesús-Cristo”.
Y no es sorprendente que los términos de esta Profesión de Fe sean tan
evasivos, puesto que, precisamente sobre este asunto, la enseñanza última de la
Orden sostiene que la existencia del hombre después del juicio final, tras la
resurrección de los muertos, será de una naturaleza no corporal, inmaterial y
puramente espiritual.
Se está aquí pues, objetivamente, ante posiciones que no se recogen del
dogma de la Iglesia, sino que participan de un cuerpo doctrinal que confiere al
Régimen Rectificado una naturaleza doctrinal singular en el dominio del
cristianismo, cuerpo sensible en todos los Grados, evidentemente, pero que se
conserva plenamente en el “Santuario” más alto evocado.
Ciertas alusiones en la Instrucción del ritual del último Grado ostensible
del Régimen son, a este respecto, fundamentales. Se dan indicaciones
extremadamente importantes que conviene no descuidar bajo pena de confundir por
completo la naturaleza del Régimen Rectificado y del cristianismo que en él se
enseña.
c) El
Régimen Rectificado opera sobre el “Santuario”
Podemos escuchar:
“Como Masón
simbólico habéis estudiado la estructura y su exterior; como Novicio habéis
entrado en el porche; como Caballero, acabáis de ser admitido en el Templo
mismo y las puertas del santuario os han sido abiertas”. (Instrucción,
Ritual de 6º Grado de C.B.C.S., 1784).
Las puertas del “Santuario”…
¿qué Santuario?
Una advertencia previene no obstante de que no todos son llamados a estos
dominios:
“Pero, mi
Bien Amado Hermano, no todos los
Caballeros están penetrados por los rayos que de él emanan; los hay que,
víctimas de la costumbre y los prejuicios, cierran los ojos con desdén y
vuelven sobre sus pasos; otros, entrevén su brillo y su belleza, sin tener el
valor de contemplarlos de manera persistente; finalmente otros, conscientes de
su origen y la nobleza de su ser, no descuidan nada para hacerse dignos de
contemplarlos. Sed de estos últimos, mi Bien Amado Hermano. Por una escrupulosa
atención sobre vos mismo, apartad las prevenciones,
comprobad vuestras fuerzas y, sobre todo, no descuidéis vuestra inteligencia,
esa antorcha luminosa para aquellos cuyo amor por la Verdad es su único móvil”. (Ídem).
Hay pues un “Santuario”, según nos enseña la Instrucción de C.B.C.S., al
que todos los Caballeros no están llamados, detentor de los “rayos de la Verdad”,
abierto a aquellos que no descuidan ejercer su inteligencia teniendo por móvil
el amor a la Verdad.
Esto es lo más interesante.
d) La Orden es una clase de
instrucción secreta
La instrucción da una advertencia solemne al nuevo Caballero, advertencia
que muchos no comprenden: “…volvéis a ser aprendiz en un orden de cosas
en la que el único y verdadero Maestro está en el cielo”, y más allá de
esta advertencia, la Orden confiesa algo crucial:
“…la Orden
de los Caballeros Masones de la Ciudad Santa os hace una confesión que no os
otorga ningún derecho: es una clase de
instrucción que fue durante largo tiempo tenida como secreta, y a la cual,
éste que os habla en este momento no puede tener y no tendrá jamás acceso”. (Instrucción C.B.C.S., Ídem).
La Orden de los C.B.C.S., ¿es una “clase de instrucción que fue durante largo tiempo
tenida como secreta”?
¡Las palabras ciertamente se hacen cada vez más misteriosas!
e) La
iniciación rectificada es depositaria de una “Ciencia Universal”
Si proseguimos nuestro examen para saber sobre qué trata esta instrucción
tenida secreta, se cae sobre esta indicación: “la Iniciación perfecta debe ser
una iniciación a los conocimientos generales y más elevados” (ídem).
¿Cómo, la iniciación perfecta, de la que se sabe que se guarda en el seno
del Santuario según dice positivamente la Instrucción, concierne a conocimientos
más elevados que los librados a los Caballeros, y que nos revelarían luces
sobre el cristianismo bajo el nombre de “Ciencia Universal”?
Esto es exactamente lo que sostiene el ritual de los C.B.C.S.:
“…el conocimiento perfecto nos fue aportado por la Ley Espiritual del
Cristianismo, que fue una iniciación tan misteriosa como aquella que la había
precedido: es en ella
donde se encuentra la Ciencia universal. Esta Ley descubre nuevos misterios en el hombre y en
la naturaleza, ella se convierte en complemento de la ciencia. Es la más
sublime, la más elevada, la más perfecta de todas las ciencias, en definitiva,
la única a desear para un verdadero Caballero de la fe”. (Ídem).
Resumiendo: Más allá de las verdades
de la santa religión cristiana, el cristianismo es pues una iniciación
misteriosa detentora de conocimientos perfectos conocidos bajo el nombre de “Ciencia
Universal”, de la que el Santuario de la Orden es el depositario.
Es muy acertado, y es en efecto lo que afirma claramente la Instrucción destinada a los C.B.C.S.
Conclusión: “aún existen Maestros en esta Ciencia
importante…”
Muy bien, pero ¿cómo acceder a este Santuario y recibir las luces de esta “Ciencia
Universal”, de la que se habrá comprendido que se trata de una enseñanza, es
decir, de una “doctrina”?
He aquí la respuesta de la Orden; no habrá nada más explícito, puesto que
el 6º Grado de Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa es el último de los
Grados ostensibles del Régimen Rectificado. Lo que se dice en este instante es,
pues, al mismo tiempo poco y mucho. Leamos con atención:
“Todo lo que
sabemos, todo lo que podemos revelaros de este secreto, es que aún existen
Maestros en esta Ciencia importante. Enseñaros a buscarlos, deciros con qué
signos pueden reconoceros, es satisfacer todos nuestros compromisos y, nos
atrevemos a decíroslo, haberos rendido el más importante servicio que el hombre
pueda esperar de sus semejantes”. (Ídem).
Como escribió Joseph de Maistre, a quien dejamos librarnos las últimas
palabras sobre esta cuestión: “Que otros, cuyo genio es dado a las
contemplaciones metafísicas, busquen en la naturaleza misma de las cosas las
pruebas de nuestra doctrina”. (Memoria
al duque de Brunswick-Lunebourg, 1782).