“Caín decidió ofrecer culto a los falsos dioses o príncipes de los demonios, para que le dotasen de un poder superior al que su hermano Abel había recibido del Creador…” [61]. “Caín, primogénito de Adán, es el modelo de esos primeros espíritus emanados por el Creador y su crimen es el modelo de aquel que estos primeros espíritus cometieron contra el Eterno. Abel, segundo hijo de Adán, constituye por su inocencia y santidad el modelo de Adán emanado después de estos primeros espíritus en su primer estado de justicia y gloria divina. Y la destrucción del cuerpo de Abel, operado por Caín, su hermano mayor, es el modelo de la operación que los primeros espíritus hicieron para destruir la forma de gloria con la que el primer hombre fue revestido, haciéndole de esta forma susceptible de estar como ellos en privación divina. He aquí la explicación cierta del primer modelo que forman Adán, Caín y Abel, por los trágicos acontecimientos ocurridos” [68].Tratado de la Reintegración de los seres, Martines de Pasqually
Extracto de la obra de Jean-Marc Vivenza
"La Iglesia y el sacerdocio según Louis-Claude de Saint-Martin":
“Pero en el origen, o más exactamente
desde la brutal división que se estableció entre
los cultos celebrados por Caín y Abel el Justo, la ‘Tradición’ se va a separar dividiéndose en dos ramas distintas absolutamente antagónicas y
opuestas entre sí, haciendo que no sea posible conferir un
carácter unívoco a la noción de ‘Tradición’, como suele tomarse en el caso de
la mayoría de autores tradicionales, sino que este tiene una doble esencia, constituyendo:
1º.- una rama abeliana pura y santa dicha “no apócrifa”, pues
posee los elementos del culto verdadero y de la “Santa Doctrina” que
la acompaña;
2º.- una rama cainita, positivamente apócrifa, extraña y
totalmente ignorante de los elementos del verdadero culto y de la “Santa
Doctrina”.
Así, los dos cultos, el de Caín y el de Abel, darán
nacimiento, desde el origen de la Historia de los hombres, a dos tradiciones
igualmente antiguas o “primordiales”, si se quiere utilizar este término, pero
en ningún modo equivalentes desde el punto de vista espiritual. Las etapas que llevarán a buen término la Revelación del Divino Reparador participarán pues de los elementos propios de la religión primitiva transmitida por la Tradición no
apócrifa, establecida desde los orígenes sobre
‘una Palabra, un Culto y una Ley’,
tres elementos que fueron preservados en el seno de la larga cadena que desde Adán hasta Cristo (Abel, Seth, Elías, Enoc, Noé, Melquisedec, Josué,
Zorobabel,
etc.) ha sido detentora
de las bases del sacerdocio confiado a Adán por el Eterno”.
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