Extracto de la Instrucción secreta
de los Profesos, manuscrito 5475, documento 2, de la Biblioteca Municipal de
Lyon, recogido por Paul Vulliaud en su obra “Joseph de Maistre Franc-Masón”.
"El mismo error que desvió al
hombre primitivo de sus actos espirituales para fijarlo a los resultados
tenebrosos de la materia, forma la base de los Adeptos [Alquimistas]. Es en la
descomposición de los Seres materiales y por las manipulaciones de su arte, que
esperan descubrir una verdadera luz para el hombre y encontrar el espíritu
vivificante de la naturaleza. Pero aquel que está iluminado por la verdadera
Ciencia, sabe que no es en la materia donde hay que buscar ni la luz ni el
Espíritu de la Vida.
Para favorecer su éxito en éstas vanas búsquedas, los Alquimistas
[Adeptos] han estado lo bastante ciegos como para tomar prestadas de la
verdadera Ciencia algunos de sus medios y para dirigir su plegaria sacrílega al
Gran Arquitecto del Universo, como si pudieran ignorar la Ley impuesta a los
hombres, consistente en elevarse constantemente por encima de los actos
materiales para edificarle Templos dignos de Él.
Así, lo que debe alejaros del arte de los Alquimistas [Adeptos], es que
emplean al unísono los medios más incompatibles, creyéndolos igualmente
necesarios para la consecución de su obra. En esta vía, juntan en sus
manipulaciones actos de un orden superior que nunca deberían mezclar,
constituyendo una insigne profanación y prostituyéndolos con resultados
materiales.
Por otra parte, todo lo que el Alquimista [Adepto] más pertinaz y más
versado en su arte puede esperar como mucho de su perseverancia, es el penetrar
hasta los principios elementales de los Seres corpóreos sometidos a sus manipulaciones
y obtener fenómenos diferentes de la Ley de acción temporal individual que le
son propios. Ahora bien, es precisamente esto lo que demuestra la vanidad de la
Ciencia de los Alquimistas [Adeptos], puesto que no podrán procurarse por estos
Seres de vida aparente ningún fruto verdaderamente apropiado al hombre.
Es por tanto éste el único término de la Ciencia del que los hombres
ciegos hablan con entusiasmo y que los aparta en efecto del único objeto digno
de su búsqueda, es decir, de esta Luz que todo hombre puede percibir cuando
emplea los medios que están en él y en la naturaleza.
He aquí, Mi Querido Hermano, lo que no debéis nunca ignorar en la
Masonería de los Alquimistas [Adeptos]. Acordaros, cuando os encontréis en
situación de dar vuestro sufragio para la admisión de un P., que debéis
examinar rigurosamente a aquellos que han sido partidarios del arte y que no
debéis jamás concedérselo si antes no se han convencido por sí mismos de que
tal trabajo no puede aliarse con la Profesión de las Ciencias espirituales
Divinas".
Extracto de la Instrucción secreta
de los Profesos, manuscrito 5475, documento 2, de la Biblioteca Municipal de
Lyon, recogido por Paul Vulliaud en su obra “Joseph de Maistre Franc-Masón”.
"El mismo error que desvió al
hombre primitivo de sus actos espirituales para fijarlo a los resultados
tenebrosos de la materia, forma la base de los Adeptos [Alquimistas]. Es en la
descomposición de los Seres materiales y por las manipulaciones de su arte, que
esperan descubrir una verdadera luz para el hombre y encontrar el espíritu
vivificante de la naturaleza. Pero aquel que está iluminado por la verdadera
Ciencia, sabe que no es en la materia donde hay que buscar ni la luz ni el
Espíritu de la Vida.
Para favorecer su éxito en éstas vanas búsquedas, los Alquimistas
[Adeptos] han estado lo bastante ciegos como para tomar prestadas de la
verdadera Ciencia algunos de sus medios y para dirigir su plegaria sacrílega al
Gran Arquitecto del Universo, como si pudieran ignorar la Ley impuesta a los
hombres, consistente en elevarse constantemente por encima de los actos
materiales para edificarle Templos dignos de Él.
Así, lo que debe alejaros del arte de los Alquimistas [Adeptos], es que
emplean al unísono los medios más incompatibles, creyéndolos igualmente
necesarios para la consecución de su obra. En esta vía, juntan en sus
manipulaciones actos de un orden superior que nunca deberían mezclar,
constituyendo una insigne profanación y prostituyéndolos con resultados
materiales.
Por otra parte, todo lo que el Alquimista [Adepto] más pertinaz y más
versado en su arte puede esperar como mucho de su perseverancia, es el penetrar
hasta los principios elementales de los Seres corpóreos sometidos a sus manipulaciones
y obtener fenómenos diferentes de la Ley de acción temporal individual que le
son propios. Ahora bien, es precisamente esto lo que demuestra la vanidad de la
Ciencia de los Alquimistas [Adeptos], puesto que no podrán procurarse por estos
Seres de vida aparente ningún fruto verdaderamente apropiado al hombre.
Es por tanto éste el único término de la Ciencia del que los hombres
ciegos hablan con entusiasmo y que los aparta en efecto del único objeto digno
de su búsqueda, es decir, de esta Luz que todo hombre puede percibir cuando
emplea los medios que están en él y en la naturaleza.
He aquí, Mi Querido Hermano, lo que no debéis nunca ignorar en la
Masonería de los Alquimistas [Adeptos]. Acordaros, cuando os encontréis en
situación de dar vuestro sufragio para la admisión de un P., que debéis
examinar rigurosamente a aquellos que han sido partidarios del arte y que no
debéis jamás concedérselo si antes no se han convencido por sí mismos de que
tal trabajo no puede aliarse con la Profesión de las Ciencias espirituales
Divinas".
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