“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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sábado, 26 de noviembre de 2016

La “Reforma de Lyon” buscaba restablecer la “unidad primitiva de la francmasonería”.

El renacimiento de la Orden la restituye en sus leyes primitivas
Jean-Baptiste Willermoz, 1809, ms. 5922/2 B.M. de Lyon

La prosperidad y la estabilidad de la Orden Masónica depende completamente del restablecimiento de la unidad primitiva

El Convento de las Galias ocupa un lugar muy significativo en la historia de la Francmasonería, pues el objeto de sus trabajos, de una naturaleza radicalmente novedosa, resultará en la concepción del Régimen Escocés Rectificado tal como lo conocemos y practicamos aún en el día de hoy.

Incontestablemente la “Reforma de Lyon” fue una tentativa de restablecer la “unidad primitiva” de la iniciación en medio de la multiplicación anárquica de sistemas que calificaba, severamente, de “arbitrarios”. Estos sistemas, diversos y variados, aunque cristianos y edificantes como lo eran igualmente todas las ramas de la francmasonería de la época, no obstante permanecían ignorantes de las bases del conocimiento iniciático real, desconociendo por completo los fundamentos de las verdades misteriosas olvidadas por la Iglesia y sus ministros según las declaraciones del mismo fundador del Régimen (*), lo cual hacía necesaria una reforma en profundidad.  

Es por esto que aquellos que se reunieron en Lyon en 1778 constituyeron un Régimen que ambicionaba reunir el conjunto de las Logias a fin de reconstituir una “unidad” sobre la base de un sistema extraído de la misma “cuna” de la auténtica “Tradición” y de los primeros misterios que presidieron la rehabilitación de Adán tras la Caída. 

Así lo estipula la Introducción del Código Masónico: “a falta de conocer el verdadero punto central, y el depósito de las leyes primitivas, suplieron el régimen fundamental por regímenes arbitrarios particulares o nacionales, y por las leyes que se les pudieran adaptar. (…) Masones de diversos lugares de Francia, convencidos de que la prosperidad y la estabilidad de la Orden Masónica dependía enteramente del restablecimiento de esta unidad primitiva, y no habiendo encontrado los signos que deben caracterizarla en aquellos que habían querido apropiarse de ella, enardecidos en su búsqueda por lo que habían aprendido sobre la antigüedad de la Orden de los Francmasones, fundamentada sobre la más constante tradición, llegaron por fin a descubrir su cuna; con celo y perseverancia han superado todos los obstáculos y, participando de las ventajas de una administración sabia e iluminada, han tenido la dicha de reencontrar los vestigios preciosos de la ancianidad y el objeto de la Masonería”. (Código Masónico de las Logias Reunidas y Rectificadas de Francia, 1778).

(*) “Todas estas cosas de las que se deriva un profundo sentimiento de amor y confianza, de temor y respeto y de gratitud de la criatura hacia su Creador, eran bien conocidas por los jefes de la Iglesia durante los primeros cuatro a seis siglos de cristianismo. Pero desde entonces, se han perdido progresivamente y se han borrado hasta tal punto que hoy en día (...) los ministros de la religión tratan de innovadores a todos los que sostienen la verdad”.- Carta de Willermoz a Saltzmann, del 3 al 12 de mayo de 1812, en Renaissance Traditionnelle, n° 147-148, 2006, pp. 202-203. 

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