“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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miércoles, 4 de julio de 2012

De la santificación del Hombre y de sus obras


 
 
"La gente nunca debería pensar tanto en lo que tiene que hacer; tendrían que meditar más bien sobre lo que son. Pues bien, si la gente y sus modos fueran buenos, sus obras podrían resplandecer mucho. Si tú eres justo, también tus obras son justas. Que no se pretenda fundamentar la santidad en el actuar; la santidad se debe fundamentar en el ser, porque las obras no nos santifican a nosotros sino que nosotros debemos santificar a las obras. Por santas que sean las obras, no nos santifican en absoluto en cuanto obras: sino en cuanto somos santos y poseemos el ser, en tanto santificamos todas nuestras obras, ya se trate de comer, de dormir, de estar en vigilia o de cualquier cosa que sea. Quienes no tienen grande el ser, cualquier obra que ejecuten, no dará resultado. Sabe por lo dicho que uno tiene que cifrar todo su empeño en ser bueno y no [insistir] tanto en lo que uno hace o en la índole de las obras, sino en cómo es el fundamento de las obras". 

PLÁTICAS INSTRUCTIVAS 
(4.- De la utilidad del desasimiento que uno debe realizar interior y exteriormente),
 Maestro Eckhart. 

“El Padre santificó al Hijo, el Hijo santificó al Espíritu, el Espíritu santificó al hombre. El hombre debe santificar todo su ser, su ser debe santificar a los agentes del universo.
Los agentes del universo debían santificar toda la naturaleza y la santificación debía extenderse hasta la iniquidad”.

El Hombre de Deseo (§ 224), 
Louis-Claude de Saint-Martin.

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