"Pues la carne tiene apetencias
contrarias al espíritu,
y el espíritu contrarias a la carne,
como que son entre sí antagónicos..."
Gal 5:17 “Este ensamblaje inconcebible de dos naturalezas tan opuestas [animal y espiritual] es sin embargo hoy el triste atributo del hombre. Por una, hace brillar la grandeza y nobleza de su origen y, por la otra, queda reducido a la condición de los más viles animales, y es esclavo de las sensaciones y de las necesidades físicas. […] la naturaleza de los ensamblajes de la materia se opone a la unidad de la Naturaleza espiritual”.“Hallamos en la materia misma una imagen de esta unión inconcebible por la unión que existe en ella de dos principios opuestos llamados agua y fuego; un mediador o tercer principio, llamado tierra, opera esta unión; ella los une y los amalgama en un solo individuo. Esta es la misma unión de las dos naturalezas del hombre; ella solo puede darse por un poder mediador que, inferior al espíritu y superior a la materia, les une sin serles contrario y mantiene por su presencia esta unión contra natura hasta que su acción cese, rompiendo con su retirada estos lazos momentáneos”.(LF)
[Este mediador es,
evidentemente, el “alma pasiva sensible, dicha animal, que existe en el hombre
como en los animales terrestres” - Tratado de la Reintegración, M.P.]
Compuesto
de cuerpo y de espíritu unidos por el alma, el hombre es un ser “espiritual,
animal y material” (LF, p. 1033). En verdad, esta combinación ternaria, sin ser
impensable como la unión inmediata del espíritu y la materia, queda para
Willermoz “casi inconcebible”, por lo que escribe en la Instrucción moral del grado de Aprendiz del Régimen Escocés
Rectificado: “Los tres golpes sobre vuestro corazón [1] os
indican la unión, casi inconcebible, que hay en vos del espíritu, del alma y
del cuerpo, que es el gran misterio del hombre y del Masón”.
Esta
combinación solo pide deshacerse, y esto es lo que ocurre cuando se retira el
término mediador que la mantiene artificialmente unida. Entonces llega para el cuerpo material la hora de la disolución.
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