“Sírvete del don sublime de la palabra, signo exterior de tu dominio sobre la naturaleza, para salir al paso de las necesidades del prójimo y para encender en todos los corazones el fuego sagrado de la virtud” (Regla al uso de las Logias Rectificadas, Artículo VI-I)

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domingo, 8 de julio de 2012

Hacia la Jerusalén Celestial...


Final de los Tiempos:


“El día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día,
los cielos, con ruido ensordecedor, se desharán;
los elementos, abrasados, se disolverán,
y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá
2ª Epístola de San Pedro 3:10

“…[la materia general] se eclipsará completamente al final de los tiempos 
y se borrará de la presencia del hombre 
como un cuadro se desvanece de la imaginación del pintor”.
Tratado de la Reintegración (§ 93), M. de Pasqually

“… y el universo entero se borrará tan súbitamente 
que la voluntad del Creador se hará oír; 
de manera que no quedará el menor vestigio, 
como si jamás hubiera existido
Jean-Baptiste Willermoz - ISGP (LF)

"...toda la Naturaleza es volátil y solo tiende a evaporarse; lo haría incluso en un instante si lo fijo que la contiene le perteneciera, pero este fijo no le pertenece, está fuera de ella, aunque actúe violentamente sobre ella. Nunca forma una alianza con él si ésta no comienza por su disolución".
Louis-Claude de Saint-Martin - Tabla Natural, VI 
 

Nuevos Cielos y Nueva Tierra:


“Pero esperamos, según nos lo tiene prometido, 
nuevos cielos y nueva tierra, en los que habiten la justicia”
2ª Epístola de San Pedro 3:13

“Y entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva
-porque el primer cielo y la primera tierra
desaparecieron…
Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén,
que bajaba del cielo, de junto a Dios…”.
Apocalipsis 21:1-2

LA JERUSALÉN CELESTIAL:


El templo sucesivamente construido, destruido y reconstruido, desaparece, 
como desapareció el templo de Salomón, 
siendo la meta final la Jerusalén Celestial, 
la Ciudad Santa donde ya no hay Templo. 
(Ritual de Maestro Escocés de San Andrés)

“El Señor Todopoderoso es el Templo así como el Cordero”.
Apocalipsis 22:3

“La ciudad no necesita ni de sol ni de luna que la alumbren,
porque la ilumina la gloria de Dios,
y su lámpara es el Cordero”·
Apocalipsis 21:23

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