(Extraído del Prólogo del libro El Esoterismo del Grado de Maestro Escocés de San Andrés en el Rito Escocés Rectificado de Roland BERMAS)
Este término ha tomado en nuestros días múltiples sentidos. Es menester entenderlo aquí, en esta obra, en el sentido que le otorga la palabra griega que lo alumbró, esoterikos, designando lo que proviene del interior, lo que está por dentro. Esta expresión, originalmente, calificaba lo que era transmitido por la tradición oral, de maestro a discípulo, o al menos a un número restringido de individuos escogidos por sus capacidades naturales para comprender verdaderamente el contenido de la enseñanza. Hay ahí un rechazo de la vulgarización, rechazo que señala firmemente el Evangelio diciendo "No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas ante los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas..." (Mt 7,6) y "A oídos del necio no hables, porque despreciará la cordura de tus palabras." (Prv 23,9). Esto, deviene particularmente cierto, en nuestros días, tratándose lo que nos ocupa de vías espirituales fuertemente alejadas del materialismo que flota en el ambiente y de lo que René Guenon denomina con justa razón "el reino de la cantidad". Este esoterismo del que hablamos existe desde siempre y resulta claramente mencionado, para la enseñanza cristiana, por Clemente de Alejandría (160-220 de nuestra era) en sus Stromates, y por Orígenes (185-254) en su Contra Celsius, etc.1
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1 Ver sobre este punto La Franc-Maçonnerie comme voie spirituelle, J.-P. Schnetzler, Dervy. Para el esoterismo cristiano, ver especialmente: Introduction à l'ésotérisme chrétien, Abbé Henri Stépahne, Dervy (2 tomos). Por esoterismo cristiano, es preciso entender lo que está más interior en el Misterio crístico, lo que siendo de acceso difícil no puede ser objeto de una enseñanza didáctica comprensible indistintamente por todos. Una tal vía existe en las tres religiones abrahámicas salidas del Libro.
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